El Área de castigo

"Mucha gente piensa que el fútbol es un juego a vida o muerte, pero es mucho más importante que eso"
William Shankly (1913-1981) Mítico entrenador inglés

jueves, 19 de mayo de 2011

Getafe, equipucho de mi corazón

Hace cuatro años, un mes y un día el Getafe se enfrentaba al examen más complicado de su historia reciente. Era otro objetivo, otro tipo de tensión, otros nervios. Visitaba el Camp Nou en su primera semifinal de Copa. Aquella noche hubo 300 azulones en las gradas, los mismos que se mirarán a los ojos el domingo en Anoeta. Entonces el Barca arrasó, con un Messi estelar, en el día que emuló el gol de Maradona. Fue también el día que los periodistas catalanes se mofaron de Javi Paredes a pie de campo, ¿te sientes humillado? Le preguntaron, “yo me siento orgulloso de haber llegado hasta aquí, seguro que tú sientes envidia de mí por no poder jugar este tipo de partidos, esto no ha acabado” respondió. Tres semanas después, el 10 de mayo de 2007, el Getafe le hizo cuatro al Barcelona y alcanzó su primera final copera.

Hoy me acuerdo mucho de aquel partido en el Camp Nou, me acuerdo más de la vuelta en el Coliseum, y de que mi amigo Riki me rapó la cabeza en plena grada por una promesa. No se me quita de la cabeza la primera vez que Álvaro y Carlos me llevaron a Las Margaritas, no conocía ni un solo jugador, pero acabé celebrando el ascenso a Segunda con ellos.

Nunca olvidaré a Sebas central al que mataron en el verano de 2001. Y no puedo olvidar que Felines, con lágrimas en los ojos, me dijo que aquello les unió tanto que el fracaso era imposible. Después ascendió a mi equipo a Segunda. Recuerdo que había gente que nos miraba camino a La Cibelina, ¿estos qué celebran se preguntaban? Mi primer partido en Segunda contra el Levante a pie de campo en Radio Getafe, el primer gol, mi primer viaje a Benidorm con un Luis López sensacional... Agradezco toda la gente que he conocido gracias a mi equipo. No se me olvidan las numerosas ocasiones que he tenido que explicar por qué soy del Getafe, “ese equipucho que no tiene afición, filial del Madrid o del Atleti y que tarde o temprano bajará”.

Nunca olvidaré el día que fuimos de Primera en Tenerife. Con mi amigo Óscar dándome lecciones de periodismo de campo, igual te fríe un huevo que te hace 300 fotos, te narra el partido, que te escribe una crónica que pegas en la pared para recordar que tienes un genio a tu lado. Recuerdo a mi amigo Rafa llorar como una magdalena cuando Luca Toni nos heló el alma, no se me olvida el día que Granero nos mantuvo vivos en un infierno, recuerdo la cara de Contra después de marcar un gol en Munich, a los compañeros de viajes... A Rodri al que tengo casi convencido de que ser del Getafe es más sano que ser de su equipo, a Santi, que debe tener un lío de la hostia entre Getafe y Leganés, a Chemita que entre puerto y puerto italiano sueña con matemáticas, a Yon que es de la Real y del Getafe aunque la tierra le debe tirar y estará peor que nadie... Tengo muchas historias en mi cabeza que me hacen pensar únicamente en una cosa: pase lo que pase el domingo en Anoeta, seguiré sintiendo exactamente lo mismo que hoy, que ese equipo forma parte de mí y que sin él, la vida sería un poquito más aburrida. 



Anexo
Artículo escrito el 17 de abril de 2007
Los 300 del Camp Nou
Por Víctor Gallo
Ha llegado la hora ‘H’, el día ‘D’. El partido más importante de la historia del Getafe ya está aquí. Camp Nou, semifinales de la Copa del Rey, 21:00 horas. Ellos con casi todo, no estará Ronaldinho. Mejor. Los de Schuster con mucho que ganar y menos que perder. En la constatación de un proyecto. Con los azulones muy superiores en ilusión. Con los 300 en las gradas, que se han currado como nadie el viaje de su vida para dar aliento desde el colosal campo culé. Como en las Termópilas. En aquel desfiladero de almas, frente a más 90.000 blaugranas, con elefantes y gigantes incluidos. Sus gritos y sus bufandas al viento, será lo primero a lo que agarrarse en esta gesta. Por si fuera poco, con la prensa catalana intentando desestabilizar –sacando, antes del choque, una presunta oferta del Valencia a Schuster en el Sport–. Y con el orgullo de unos jugadores que ya han logrado hacer feliz a una ciudad. Recordadnos, decía Leónidas a su pueblo, ése será ya su tributo. Les recordaremos, a los 14 que participen, a Schuster, a todos los que han hecho posible vivir esto tan grande, a los 300 de la grada, a la madre que los parió. Ese día se levantarán tensos. Si usted es familiar de un getafense, perdónenle el mal humor, no le tenga en cuenta su jornada laboral. Su mente sobrevolará todo el día el Camp Nou. No le presione, no le grite, tenga paciencia con él, es su día, es su fiesta. Pase lo que pase, habrá ganado. La ilusión a veces esconde esa virtud, lo supera todo. Luego podrán caer, como les ocurrió a los espartanos, pero se dejarán todo en el césped y en la grada, y con eso yo me conformo. Fuerza y honor.




miércoles, 11 de mayo de 2011

La última batalla

Ésta es la última batalla, quizá la última en Primera  y en el Coliseum. De Perogrullo, el Getafe el domingo se juega la vida. Esta situación sólo se ha dado en dos ocasiones más. La primera en casa frente al Almería el año de Laudrup, la segunda en Santander con Míchel en el banquillo tras la destitución de Víctor Muñoz.

Hay una enorme diferencia con aquellos equipos y éste. Aquellas plantillas tenían corazón, alma y fútbol en sus piernas. Éste es un equipo fantasma, en el que salvo contadas excepciones cada uno va a lo suyo. En el Bernabéu el Getafe salió derrotado de antemano, y así ha salido en más de una ocasión este año. El descenso está cada vez más cerca y duele, nos duele a muchos pero por lo visto no a todos.

Pero ¿por qué?. Por qué se llega a la penúltima jornada con la soga al cuello. Pues muy sencillo, no hay equipo, no hay espíritu. Este año se marcharon cuatro veteranos del club, tres capitanes. Belenguer, Celestini y Cortés, más Contra, y se vendieron a los que marcaban las diferencias Soldado y Pedro León. En su lugar llegaron jugadores de medio pelo, con la excepción de Colunga que completó un gran final de temporada con el Zaragoza, y que no parece ni su sombra.

Borja, Arizmendi, Mosquera, Marcano, Víctor Sánchez, Miku (llegó en diciembre) no han aportado nada y además su carácter es frío. Incluso hay algunos que en su twitter, minutos después de una derrota se preocupan más de qué película deben ver o de la actualidad de otros equipos. No han sumado.

El Getafe es un equipo plagado de jugadores a priori técnicos, pero sin carácter, sin intensidad me decía hoy un maestro de esto. Toda la razón. De Parejo se pueden esperar destellos, pero eso no vale para un equipo que se juega la vida, y menos después del canto se sirena del Madrid. De Boateng se debe esperar que se centre, quizá sea tarde. Los porteros siguen siendo una rémora que no suma ni un punto. Y a qué se puede agarrar la afición y Míchel. A Manu, Pedro Ríos, Cata, Mario, y poco más. Con Gavilán y Rafa lesionados a poco más.

Míchel, que también habrá cometido sus errores, ha tenido que tirar de Sardinero, un chico con corazón y gran futuro pero todavía por hacer, simplemente por el compromiso que él tiene con respecto a otros. En un equipo, en un vestuario de primera, debe haber un equilibrio. De talento, juventud, veteranía, carácter, hambre. Eso no existe.

Hasta ahora Ángel Torres había mezclado con un éxito sin precedentes, este año el naufragio es total. Ni uno solo de los fichajes sería titular en ninguna de las plantillas de los seis años anteriores del Getafe en Primera. Por si fuera poco, a esto se suma mala relación entre presidente y entrenador, que Ángel Torres ha dejado claro en momentos inoportunos “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, el anuncio de la venta del club cuando no se ha cumplido el objetivo y el maltrato a una afición de la que todo el mundo tiene derecho a criticar y que es la única que ha dado la talla.

Hoy el Getafe está en Segunda, con una afición que a pesar de lo que le ha caído, es de Primera, a eso hay que aferrarse. El domingo o se gana o se desciende, no sé si todos estamos preparados para eso.

miércoles, 12 de enero de 2011

El regreso de Diego Rivas

Vuelve al Coliseum un histórico del Getafe. Regresa el Toro Blanco, un apodo que le 'colocó' Gica Craioveanu, principal encargado de hacerlo en un vestuario irrepetible. El caso es que el Getafe ha cambiado mucho desde aquel 19 de junio de 2004, cuando consiguió ascender a Primera. De aquel milagroso equipo sólo Diego Rivas y Nano -central del Levante- militan en Primera. Y sinceramente deseo que a Diego se le reciba como merece.



Porque el Toro Blanco fue esencial para conseguir aquello. Llegó muy jovencito procedente del Atlético. En el Cerro del Espino le llamaban Schuster, aunque evidentemente sólo se parecía en la melena rubia y en la posición de organizador con el alemán. Trabajador incansable, pieza indispensable para todos los que le entrenaron en su etapa azulona, sólo las lesiones le apartaron de la titularidad. Pero Diego era más. Era un tipo alegre y bromista, de los que hace vestuario. Y él lo hacía.

Esta semana marcó un gol con la Real Sociedad y me sacó una sonrisa. Porque había un dicho en el vestuario del Getafe de entonces que decía “tienes menos gol que Diego Rivas”, era la mofa de sus compañeros, porque esa faceta nunca fue la suya. No consiguió marcar en Primera con el Getafe, aunque en Segunda hizo hasta tres tantos.

Diego Rivas recordaba hace no mucho que el Getafe de entonces era una familia. “Todos los jueves jugábamos un partido amistoso y nos pitaba un amigo nuestro, al que llamábamos el múo porque no se callaba nunca y era muy gracioso. Un día incluso nos pitó en un amistoso contra Uruguay y el muy cabrón iba con ellos”, una mera anécdota de la nostalgia.

Después de un breve periplo en el Atlético en el que injustamente pagó todos los platos rotos, volvió a Getafe, a su casa. Y recuperó todo, la confianza y el fútbol. Eso provocó que la Real se fijase en él y pagase la claúsula de rescisión -3 millones de euros-, convirtiéndose en el traspaso más caro de la historia de la entidad guipozcoana hasta entonces.

En aquella ocasión hizo unas declaraciones sobre la grandeza de la Real, y en Getafe se entendió como un menosprecio, pero creo que con el tiempo eso se curó y que en su vuelta se le debe tributar una merecida ovación. Porque Diego fue un grande del Geta y la memoria es el mayor homenaje que se le puede hacer. Bienvenido a casa Toro.