El Área de castigo

"Mucha gente piensa que el fútbol es un juego a vida o muerte, pero es mucho más importante que eso"
William Shankly (1913-1981) Mítico entrenador inglés

miércoles, 12 de enero de 2011

El regreso de Diego Rivas

Vuelve al Coliseum un histórico del Getafe. Regresa el Toro Blanco, un apodo que le 'colocó' Gica Craioveanu, principal encargado de hacerlo en un vestuario irrepetible. El caso es que el Getafe ha cambiado mucho desde aquel 19 de junio de 2004, cuando consiguió ascender a Primera. De aquel milagroso equipo sólo Diego Rivas y Nano -central del Levante- militan en Primera. Y sinceramente deseo que a Diego se le reciba como merece.



Porque el Toro Blanco fue esencial para conseguir aquello. Llegó muy jovencito procedente del Atlético. En el Cerro del Espino le llamaban Schuster, aunque evidentemente sólo se parecía en la melena rubia y en la posición de organizador con el alemán. Trabajador incansable, pieza indispensable para todos los que le entrenaron en su etapa azulona, sólo las lesiones le apartaron de la titularidad. Pero Diego era más. Era un tipo alegre y bromista, de los que hace vestuario. Y él lo hacía.

Esta semana marcó un gol con la Real Sociedad y me sacó una sonrisa. Porque había un dicho en el vestuario del Getafe de entonces que decía “tienes menos gol que Diego Rivas”, era la mofa de sus compañeros, porque esa faceta nunca fue la suya. No consiguió marcar en Primera con el Getafe, aunque en Segunda hizo hasta tres tantos.

Diego Rivas recordaba hace no mucho que el Getafe de entonces era una familia. “Todos los jueves jugábamos un partido amistoso y nos pitaba un amigo nuestro, al que llamábamos el múo porque no se callaba nunca y era muy gracioso. Un día incluso nos pitó en un amistoso contra Uruguay y el muy cabrón iba con ellos”, una mera anécdota de la nostalgia.

Después de un breve periplo en el Atlético en el que injustamente pagó todos los platos rotos, volvió a Getafe, a su casa. Y recuperó todo, la confianza y el fútbol. Eso provocó que la Real se fijase en él y pagase la claúsula de rescisión -3 millones de euros-, convirtiéndose en el traspaso más caro de la historia de la entidad guipozcoana hasta entonces.

En aquella ocasión hizo unas declaraciones sobre la grandeza de la Real, y en Getafe se entendió como un menosprecio, pero creo que con el tiempo eso se curó y que en su vuelta se le debe tributar una merecida ovación. Porque Diego fue un grande del Geta y la memoria es el mayor homenaje que se le puede hacer. Bienvenido a casa Toro.