El Área de castigo

"Mucha gente piensa que el fútbol es un juego a vida o muerte, pero es mucho más importante que eso"
William Shankly (1913-1981) Mítico entrenador inglés

martes, 6 de abril de 2010

El amor a unas raíces


"Prefiero el cariño de ocho millones de cubanos, no cambiaría mi pedazo de Cuba ni por todo el dinero que me puedan ofrecer". Esta frase define a un hombre. La dijo un súper deportista, un campeón, posiblemente el mejor boxeador amateur de todos los tiempos.

Teófilo Stevenson (29 de marzo de 1952, Las Tunas, Cuba) fue triple campeón olímpico de los Pesados, hazaña que solamente había sido lograda por el legendario húngaro Laszlo Papp en 1956. La vena pugilística le vino de su padre, que tuvo que enfundarse los guantes para ganar dinero. Stevenson empezó a crecer de la mano de Alcides Sagarra -para muchos el mejor preparador del siglo XX- que, asesorado por el ruso Andrei Chervonenko, fundó la Escuela Cubana de Boxeo. Antes, había mordido la lona en 14 de sus 20 primeros combates. Pero él tenía esa chispa, ese detalle que pasa desapercibido para la mayoría, además de una condición atlética inigualable.

El joven boxeador cubano se presentó en su primera olimpiada (Munich 1972) con 20 años y tras varias derrotas. Se paseó hasta cuartos, con su pegada, su derecha, su juego de piernas y su enorme presencia en el cuadrilátero (190 cm). Se medía al favorito Duane Bobick ‘la gran esperanza blanca’ -de una Norteamérica racista- quien llevaba una racha de 62 victorias consecutivas. En el tercer asalto, el cubano le derribó logrando la que se considera su victoria más memorable. Luego fue coser y cantar hasta el punto de que ganó su primer oro olímpico sin pelear en la final por lesión de su oponente. 


Empezó a recibir llamadas, los promotores no querían dejar pasar ese tren del dinero. Llegaron ofertas suculentas para desertar del equipo cubano, dejar el régimen de su país y convertirse en profesional. Pero Stevenson era un cubano convencido, fiel, y quiso "seguir siendo un atleta", lo que para él era un orgullo. Le ofrecieron una pelea contra Joe Frazier, campeón mundial del momento de los pesados del boxeo profesional. Teófilo declinó la oferta de un millón de dólares. Tanto dinero hubiera corrompido el alma de cualquiera, él amaba a su país, amaba lo que hacía, sentía muy dentro representar a los suyos y máxime en una época reivindicativa con el bloqueo estadounidense a Cuba y con una revolución con poco más de una década. 



En agosto de 1974 cuando se impuso en el primer Campeonato Mundial de Boxeo Aficionado, la revista norteamericana Sports Illustrated le dedicó una portada con el titular "Antes rojo que rico" y un artículo que decía: "Démosle dos, quizá tres años más, y probablemente tendremos en él a un campeón mundial de los pesos pesados del boxeo profesional... aunque él asegure que no lo hará". Eran los cantos de sirena del profesionalismo, el negocio del boxeo que, de momento, no seducían a Stevenson. 

Poco antes de los Juegos de Montreal 1976, Teófilo había caído ante un ruso de nombre Igor Vysotskiy que hizo tambalear sus opciones de acudir a la cita olímpica. Pronto se dispersaron las dudas, la competición dio comienzo y Stevenson mostró su mejor cara. Hasta las semifinales no tuvo oponente y el sorteo evitó el duelo con Vysotskiy. Le tocó en suerte ‘el fenómeno’ americano Jonh Tate. Una derecha prodigiosa y a la lona en apenas segundos de combate. En la final se midió al rumano Mircea Simón al que también batió. Era su segunda medalla de oro olímpica de los pesados. Lo que para él era mero orgullo patrio, llamó la atención de la industria del boxeo. Eran los años de oro, la edad de los grandes campeones de todos los tiempos, Muhammad Alí, Joe Frazier y George Foreman. Los promotores se frotaban las manos con la posibilidad de que Stevenson aceptase el reto. 


"Sería fenomenal como profesional", aseveraba un extasiado Don King. Pero este promotor de dudosa moral no conocía a Teófilo. Sus convicciones eran más letales que sus puños y sus sentimientos más puros que sus derechazos. Se empezó a hablar de la pelea del siglo: Alí-Stevenson. Don King puso la maquinaria a funcionar, a Alí le convenció de que era el broche de oro a su carrera y negoció con el mismísimo Fidel Castro para que esa pelea tuviera lugar. La Federación cubana lanzó una propuesta que incluía cinco combates a tres asaltos -en el profesionalismo era a quince-, pero no se llegó a un acuerdo. Stevenson era apuesto, hablaba inglés y tenía todos los requisitos para ser el sucesor de Muhammad Alí, hasta se parecía mucho a él físicamente.

En octubre de 1978, en el Madison Square Garden de Nueva York, en un campeonato entre Cuba y Estados Unidos, Stevenson dio cuenta en pocos segundos de su rival y recibió la visita de Don King. Dicen que le ofreció cinco millones de dólares para que le disputara el título mundial del boxeo profesional a Muhammad Alí, pero la respuesta de Stevenson fue contundente: "Prefiero el cariño de ocho millones de cubanos, no cambiaría mi pedazo de Cuba ni por todo el dinero que me puedan ofrecer".



Los cubanos dejaron la organización del combate en manos del promotor Ben Thompson, quien intentó convencer a Alí de firmar un contrato para efectuar una serie de 5 peleas amateur de 3 asaltos o 3 peleas amateurs de 5 asaltos contra Stevenson. Alí obtendría una bolsa de tres millones de dólares, mientras que la Federación Cubana de Boxeo cobraría un millón y medio de dólares. Lamentablemente Alí no aceptó la propuesta, diciendo que no tendría nada que ganar y sí mucho que perder peleando "con un amateur".

En los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, Stevenson no tuvo un rival de seriedad más que en las semifinales: el húngaro Istvan Levai, tuvo el honor de ser el primer boxeador de la historia de los Juegos Olímpicos en durarle los tres asaltos sin ser noqueado. En la final, se volvió a pasear. A sus 28 años de edad, Teófilo conquistó su tercer oro olímpico. Se perdió los Juegos de Los Ángeles 84 y Seúl 88 porque Cuba no acudió por motivos políticos, el retiro oficial de Teófilo Stevenson fue finalmente anunciado en julio de 1988.

En Atlanta se conmemoró en 1996 el I Centenario de la resurrección de los Juegos Olímpicos, Stevenson apareció en la ceremonia inaugural dentro del grupo de las 10 figuras seleccionadas como las más destacadas en la historia de los Juegos. Cuando le preguntaron sobre la posibilidad de haberse enfrentado alguna vez con Alí, dijo "ahora no me arrepiento de no celebrar aquel encuentro, porque soy un gran amigo de Alí, nos hemos conocido y ha surgido una amistad muy sincera y bella, que va mucho más allá de quienes fuimos nosotros en un ring". Dicen que el deporte forja el carácter, el carácter de Teófilo Stevenson forjó su leyenda.


Fuentes:

http://es.wikipedia.org/wiki/Te%C3%B3filo_Stevenson

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