El Área de castigo

"Mucha gente piensa que el fútbol es un juego a vida o muerte, pero es mucho más importante que eso"
William Shankly (1913-1981) Mítico entrenador inglés

lunes, 26 de abril de 2010

Un Getafe cojonudo

Así definió Míchel la situación en la tabla de su equipo. Otra noche de las que hacen afición, otra vez el Geta en boca de todos. No por una polémica, sino por su fútbol, por su ambición, por su estilo, por su propuesta. Este año ha recuperado la identidad. La idea de no ser menos que nadie. Jugar al fútbol como receta ante los imprevistos, ante los obstáculos.

Una noche épica, ante el Sevilla, un púgil más alto, más pesado y con más pegada. Cada vez que los azulones bajaban la guardia, recibían un latigazo a la mandíbula que hubiera hecho tambalearse al más pintado. Pero los de Míchel aguantaron en las cuerdas, cuando cualquiera hubiera tirado la toalla. Se levantaron, miraron a su alrededor y sintieron ese aura que rodea a ese estadio cuando el sol se esconde. Los viejos fantasmas, los sueños eternos, el Coliseum.

Y apareció Adrián, el futbolista de Primera con más presión. La de su gente, la de su equipo, la de su padre. Necesitaba un partido así, saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe, con gol, asistencia y protagonismo absoluto en casi todo lo que pasó.



Y ocurrió mucho. Una lucha de poderes sin retorno, juego de piernas frente a derechazos sublimes. Ganó el fútbol. Porque al Getafe este deporte le debe mucho. Este club modesto le ha honrado y ha recibido demasiado castigo. Justo ante el Sevilla, el que le privó de acariciar un título, y otra final.

No sé si Míchel entrenará pronto a un grande, pero él lo fue como futbolista y va por el camino de serlo desde el banquillo. Porque arriesga, porque es valiente, porque cree en lo que hace y lo contagia.

Pase lo que pase, el Geta ya ha ganado porque ha recuperado su espíritu, el de Las Termópilas. Se ha hecho más grande, porque como dijo Víctor Hugo; la grandeza de un pueblo no se mide por el número de sus componentes, como no se mide por su estatura la grandeza de un hombre. Por noches como la de ayer, ser del Geta debe ser cojonudo.

Resumen del Getafe 4-3 Sevilla en Globo FM

miércoles, 21 de abril de 2010

Olegario y Ovrebo

Déjà vu o paramnesia es la experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación. En fútbol se cumple cada poco. Tenía ganas de comprobar cómo digeriría el barcelonismo y Guardiola el primer traspié serio de la era de la perfección, de la época del ser superior, del que todo lo sabe.

Sinceramente ayer sentí justo eso, un déjà vu, porque lo bonito de este deporte es que gira cuando menos te lo esperas. No quiero decir, ni mucho menos, que el Pepteam haya acabado un ciclo, de hecho el Madrid ya se ha llevado dos ligas que le correspondían a los culés antes del aterrizaje del Mesías de Santpedor. Pero lo que fue una gesta en Stamford Bridge hace un año, olvidando al genio Ovrebo, se convirtió ayer en un atraco a las tres.

Ya venía observando en el comportamiento del gran Pep ciertas actitudes ocultas hasta la fecha. Reproches constantes a los árbitros “nunca hablo de ellos, los respeto muchísimo”, ironías reforzadas por sus resultados y clases magistrales que nunca se daban la vuelta. Pues el profesor del fútbol, el mejor entrenador de todos los tiempos, también tiene dobleces, y a veces, hasta se equivoca, demos gracias al Señor por hacernos imperfectos.

Hoy la prensa de Madrid alaba a Mou, la de Barcelona clama contra el tío Olegario. En el equilibrio está la verdad. El árbitro portugués fue nefasto, pero para los dos. El planteamiento de Mourinho fue el esperado; desactivación de los jugadores de dibujos animados del Barcelona y agresividad límite. Le salió bien, pero se puede decir que tuvo hasta suerte. Ya se mira al portugués, al del banquillo digo, como el héroe que apagará los incendios en Chamartín. Craso error.

*Las portadas varían según intereses, para muestra un botón, El Mundo Deportivo no citaba a Ovrebo, hoy: manos arriba.


No cabe duda, Mou es peculiar, irreverente, maleducado, pero tiene algo, sus números son de Guinness, pero el madridismo se equivocaría con su modelo, Capello fue un buen ejemplo. Lo irónico del asunto, es que si el Barça cae en semis, algo que todavía está por ver, el gran beneficiado sería Manuel Pellegrini, al que se le empezaría a valorar. Porque el problema del chileno no ha sido su equipo, sino encontrarse con el mejor Barça de todos los tiempos. Si el eterno rival dobla la rodilla, sus números se reforzarán, y si ya riza el rizo y gana la Liga, algo poco probable, algunos tendrían que empezar a taparse.

lunes, 19 de abril de 2010

Deudas

Llegaba el Getafe a su isla, Tenerife, la tierra de Sergio Pachón. No lo hacía desde el mítico 19 de junio de 2004 (día del ascenso). Sólo Belenguer, que acudió con muletas entonces, permanece en la plantilla. En juego la lucha por la supervivencia frente a la ilusión por Europa. El Tenerife quemando finales, el Getafe ardiente por crecer.

Y fútbol. Partido sin miramientos, es lo bonito del final de Liga, nadie especula. Los chicharreros fueron recibidos por medio millar de aficionados, al son de una tamborada que recordaba a los carnavales de Brasil. Los pelos de punta. Uno empieza a entender que ese equipo no se rinda. Esa ciudad es futbolera y empuja de verdad.

El Geta vuelve a deparar momentos de brillantez superlativa. Toca, manda, y mata. Pero también perdona, y a un gladiador hay que bajarle el pulgar antes de que tome aliento. No fue el caso, Manu, el César del partido, perdonó la vida a los insulares que se encomendaron a su jefe.


Irrumpió Nino, el mercenario del gol, respira y pega, ataca y muerde. Gol. Uno, otro... DNI reconocible, 13 goles le contemplan. Se hartó de hacer muescas en Segunda, ahora trabaja en el Coliseum. La raza del Tenerife puede con el talento. Pero aparece Casquero y alivia. Dura poco, otra vez Nino, saluda a su niño de tres años que a su edad ya sabe quién es su papá, qué es y a qué se dedica.

No hay tiempo, el Getafe cae en la arena del Heliodoro. Reverencia a su verdugo. Era la deuda que tenía, allí consiguió su victoria más memorable, y le tocó recordar que los pequeños se hacen grandes de vez en cuando. Cuenta saldada. Falla el Athletic y el viaje ya no es tan triste. Habrá otras batallas, otras deudas por saldar. Será pronto, el domingo en el Coliseum, en su arena, ante el verdugo de Copa, el Sevilla. Vendetta.

martes, 13 de abril de 2010

Se va un pepinero

Así se ha despedido Luis Ángel Duque del CD Leganés y así se denomina al aficionado de ese club. Para el que no lo conozca, Duque es el único entrenador que le subió a Segunda (1992-93), un hombre ligado a la entidad durante 20 años, un trozo de su escudo. Lo ha hecho a su manera, en un acto repleto de guiños a su gente y lleno de emotividad. Duque es así, alguien que vive con pasión todo lo que hace. Y así se va.

Sin rencores pero con nostalgia. Lo ha hecho en Butarque, su segunda casa. En una comparencia en la que una amplia representación de la plantilla ha querido estar con él. En una muestra más de que estamos ante alguien muy especial. Se puede estar más o menos de acuerdo con sus ideas futbolísticas, pero no se le puede achacar nada respecto a su implicación y esfuerzo.



“El Leganés es la hija que nunca tuve”, ha dicho visiblemente emocionado (Luis Ángel tiene dos hijos). Así ha querido dejar claro sus sentimientos, aunque creo que eso ya lo sabe todo el mundo que le conoce.

Tan temperamental como noble, tan peculiar como transparente, el ya ex entrenador y director deportivo del CD Leganés no ha cerrado las puertas a su vuelta, pero a mí me huele a viaje sin retorno. Aunque con Duque y el Lega nunca se sabe, ambos están condenados a volver a verse, porque se quieren, porque se hacen sufrir y porque se entienden.

Hasta que eso se vuelva a producir, su familia descansará, ya no será él el culpable de todos los males del Lega, ya podrá tomar una cerveza en su pueblo sin tener que escuchar tonterías, hasta entonces, buen viaje 'Tigre'.

domingo, 11 de abril de 2010

El 10 y Europa

Ayer, día 10 de abril, se cumplían exactamente dos años de uno de los partidos de fútbol más grandes de la última década. El Getafe 3 Bayern de Munich 3. Aquel prodigio de fe, aquella historia de gigantes, aquellas lágrimas compartidas. El día que toda España fue de un equipo que no era España, aquel en el que un grande como Franz Beckenbauer tuvo que buscar en la wikipedia si esa pequeña ciudad tenía que ver algo con La Galia.

Ese número, el 10, le trae suerte al Getafe y le compromete con Europa. Dos años después, con el orgulloso recuerdo imborrable de aquella epopeya, llegaban los de Míchel a Jerez. Antístesis de enemigo, el más pequeño, pero con un gran premio. Los azulones no jugaron bien, pero sí desafiaron su fama de blanditos. Con oficio se esfumaron al galope de aquella tierra de puras sangre, con los tres puntos en las alforjas. Siguen vivos en la lucha por volver a jugar el año que viene en el viejo continente, en una competición que le debe una ronda, le adeuda la gloria. Porque el Getafe entonces engrandeció a la UEFA, la honró y aunque le han cambiado el nombre, sigue siendo la misma.



Pero curiosidades del fútbol, que es más caprichoso que un hijo único, el 10 de mayo de 2007, en el partido de vuelta de semifinales de Copa, el Getafe recibía en el Coliseum al FC Barcelona de Messi, Ronaldinho, Eto´o y compañía. Encumbrado el argentino, después de meter el gol de Maradona en la ida, y con un 5-2 que olía a paseo. -de hecho Messi ni viajó-. Ese tufillo sólo se percibía en Barcelona, en donde incluso algún periodista le llegó a decir a Paredes que "si se sentía humillado por lo de La Pulga". Poco después a Javi Paredes le hubiera gustado cruzarse con aquel micrófono.

Y ocurrió que aquella noche el Getafe tuvo su primera relación con Europa. Barrió al Barcelona como no se recuerda en décadas, le endosó un 4-0 que difícilmente olvidarán los amantes de este maravilloso deporte, con una comunión entre afición y equipo que había empezado casi un mes antes. Y lo que es mejor, se metió en su primera final copera y se ganó el billete que luego depararía lo del Bayern. El Getafe, por tanto, es un equipo 10, porque ya se sabe que con números, se puede demostrar cualquier cosa.

viernes, 9 de abril de 2010

Guti, ángel y demonio

Guti se va. Lo anunció en Onda Madrid , a dos días del clásico más decisivo de los últimos 50 años. Él es así, un cantante de rock en la piel de un futbolista. En muchas ocasiones su personalidad le ha pasado factura. A los madridistas les han enfurecido sus bajones, sus desapariciones, alguna que otra expulsión evitable y ha sembrado durante su larga trayectoria dos corrientes: Los que le odian y los que le aman. Yo le respeto, me ha hecho disfrutar y enfadar a partes iguales y con la misma intensidad. Pero le echaré de menos.

Recuerdo que la primera vez que lo vi fue un programa deportivo que emitía Telemadrid. Por aquel entonces, Fernando Redondo –mí ídolo de siempre- era uno de los referentes del madridismo. Al margen de su elegancia irracional con la pelota, mostraba esa estética que también le hacía diferente. Un jovencísimo Guti era preguntado por su semejanza física, “yo no soy como Redondo, soy Guti”, dijo con aplomo, toda una declaración de intenciones que acabó cumpliéndose con el paso de los años. Poco después marcaba un golazo en el Bernabéu jugando con el filial.



Quizá no haya un jugador más controvertido, mediático y contradictorio en los últimos años en nuestro fútbol. Y también más vilipendiado por las aficiones rivales, está claro que sus peinetas, su “paletos” en el Madrigal, y algunas declaraciones, al margen de su vida repleta de glamour o sus peinados, han influido. Le han pitado a rabiar, aunque eso creo que tiene que ver más con el miedo que infunde.

Sus taconazos ante el Sevilla y Dépor, sus pases imposibles, su capacidad para cambiar un partido sólo con su presencia,... han sido maravillosas muestras de su potencial. Lo otro, lo que no le ha permitido ser titular salvo con Del Bosque o Schuster o sus últimas lesiones, no lo recordaré, porque el tiempo lo cura todo, pero estoy seguro de que nuestra memoria, siempre selectiva, tendrá presente que Guti debió ser más, que pudo alcanzar metas más ambiciosas, pero sobre todo, que fue alguien distinto. Gracias genio.

martes, 6 de abril de 2010

El amor a unas raíces


"Prefiero el cariño de ocho millones de cubanos, no cambiaría mi pedazo de Cuba ni por todo el dinero que me puedan ofrecer". Esta frase define a un hombre. La dijo un súper deportista, un campeón, posiblemente el mejor boxeador amateur de todos los tiempos.

Teófilo Stevenson (29 de marzo de 1952, Las Tunas, Cuba) fue triple campeón olímpico de los Pesados, hazaña que solamente había sido lograda por el legendario húngaro Laszlo Papp en 1956. La vena pugilística le vino de su padre, que tuvo que enfundarse los guantes para ganar dinero. Stevenson empezó a crecer de la mano de Alcides Sagarra -para muchos el mejor preparador del siglo XX- que, asesorado por el ruso Andrei Chervonenko, fundó la Escuela Cubana de Boxeo. Antes, había mordido la lona en 14 de sus 20 primeros combates. Pero él tenía esa chispa, ese detalle que pasa desapercibido para la mayoría, además de una condición atlética inigualable.

El joven boxeador cubano se presentó en su primera olimpiada (Munich 1972) con 20 años y tras varias derrotas. Se paseó hasta cuartos, con su pegada, su derecha, su juego de piernas y su enorme presencia en el cuadrilátero (190 cm). Se medía al favorito Duane Bobick ‘la gran esperanza blanca’ -de una Norteamérica racista- quien llevaba una racha de 62 victorias consecutivas. En el tercer asalto, el cubano le derribó logrando la que se considera su victoria más memorable. Luego fue coser y cantar hasta el punto de que ganó su primer oro olímpico sin pelear en la final por lesión de su oponente. 


Empezó a recibir llamadas, los promotores no querían dejar pasar ese tren del dinero. Llegaron ofertas suculentas para desertar del equipo cubano, dejar el régimen de su país y convertirse en profesional. Pero Stevenson era un cubano convencido, fiel, y quiso "seguir siendo un atleta", lo que para él era un orgullo. Le ofrecieron una pelea contra Joe Frazier, campeón mundial del momento de los pesados del boxeo profesional. Teófilo declinó la oferta de un millón de dólares. Tanto dinero hubiera corrompido el alma de cualquiera, él amaba a su país, amaba lo que hacía, sentía muy dentro representar a los suyos y máxime en una época reivindicativa con el bloqueo estadounidense a Cuba y con una revolución con poco más de una década. 



En agosto de 1974 cuando se impuso en el primer Campeonato Mundial de Boxeo Aficionado, la revista norteamericana Sports Illustrated le dedicó una portada con el titular "Antes rojo que rico" y un artículo que decía: "Démosle dos, quizá tres años más, y probablemente tendremos en él a un campeón mundial de los pesos pesados del boxeo profesional... aunque él asegure que no lo hará". Eran los cantos de sirena del profesionalismo, el negocio del boxeo que, de momento, no seducían a Stevenson. 

Poco antes de los Juegos de Montreal 1976, Teófilo había caído ante un ruso de nombre Igor Vysotskiy que hizo tambalear sus opciones de acudir a la cita olímpica. Pronto se dispersaron las dudas, la competición dio comienzo y Stevenson mostró su mejor cara. Hasta las semifinales no tuvo oponente y el sorteo evitó el duelo con Vysotskiy. Le tocó en suerte ‘el fenómeno’ americano Jonh Tate. Una derecha prodigiosa y a la lona en apenas segundos de combate. En la final se midió al rumano Mircea Simón al que también batió. Era su segunda medalla de oro olímpica de los pesados. Lo que para él era mero orgullo patrio, llamó la atención de la industria del boxeo. Eran los años de oro, la edad de los grandes campeones de todos los tiempos, Muhammad Alí, Joe Frazier y George Foreman. Los promotores se frotaban las manos con la posibilidad de que Stevenson aceptase el reto. 


"Sería fenomenal como profesional", aseveraba un extasiado Don King. Pero este promotor de dudosa moral no conocía a Teófilo. Sus convicciones eran más letales que sus puños y sus sentimientos más puros que sus derechazos. Se empezó a hablar de la pelea del siglo: Alí-Stevenson. Don King puso la maquinaria a funcionar, a Alí le convenció de que era el broche de oro a su carrera y negoció con el mismísimo Fidel Castro para que esa pelea tuviera lugar. La Federación cubana lanzó una propuesta que incluía cinco combates a tres asaltos -en el profesionalismo era a quince-, pero no se llegó a un acuerdo. Stevenson era apuesto, hablaba inglés y tenía todos los requisitos para ser el sucesor de Muhammad Alí, hasta se parecía mucho a él físicamente.

En octubre de 1978, en el Madison Square Garden de Nueva York, en un campeonato entre Cuba y Estados Unidos, Stevenson dio cuenta en pocos segundos de su rival y recibió la visita de Don King. Dicen que le ofreció cinco millones de dólares para que le disputara el título mundial del boxeo profesional a Muhammad Alí, pero la respuesta de Stevenson fue contundente: "Prefiero el cariño de ocho millones de cubanos, no cambiaría mi pedazo de Cuba ni por todo el dinero que me puedan ofrecer".



Los cubanos dejaron la organización del combate en manos del promotor Ben Thompson, quien intentó convencer a Alí de firmar un contrato para efectuar una serie de 5 peleas amateur de 3 asaltos o 3 peleas amateurs de 5 asaltos contra Stevenson. Alí obtendría una bolsa de tres millones de dólares, mientras que la Federación Cubana de Boxeo cobraría un millón y medio de dólares. Lamentablemente Alí no aceptó la propuesta, diciendo que no tendría nada que ganar y sí mucho que perder peleando "con un amateur".

En los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, Stevenson no tuvo un rival de seriedad más que en las semifinales: el húngaro Istvan Levai, tuvo el honor de ser el primer boxeador de la historia de los Juegos Olímpicos en durarle los tres asaltos sin ser noqueado. En la final, se volvió a pasear. A sus 28 años de edad, Teófilo conquistó su tercer oro olímpico. Se perdió los Juegos de Los Ángeles 84 y Seúl 88 porque Cuba no acudió por motivos políticos, el retiro oficial de Teófilo Stevenson fue finalmente anunciado en julio de 1988.

En Atlanta se conmemoró en 1996 el I Centenario de la resurrección de los Juegos Olímpicos, Stevenson apareció en la ceremonia inaugural dentro del grupo de las 10 figuras seleccionadas como las más destacadas en la historia de los Juegos. Cuando le preguntaron sobre la posibilidad de haberse enfrentado alguna vez con Alí, dijo "ahora no me arrepiento de no celebrar aquel encuentro, porque soy un gran amigo de Alí, nos hemos conocido y ha surgido una amistad muy sincera y bella, que va mucho más allá de quienes fuimos nosotros en un ring". Dicen que el deporte forja el carácter, el carácter de Teófilo Stevenson forjó su leyenda.


Fuentes:

http://es.wikipedia.org/wiki/Te%C3%B3filo_Stevenson