El Área de castigo

"Mucha gente piensa que el fútbol es un juego a vida o muerte, pero es mucho más importante que eso"
William Shankly (1913-1981) Mítico entrenador inglés

domingo, 21 de marzo de 2010

Pureza

Ya estamos de vuelta, después de vivir uno de esos partidos que pasan desapercibidos para el gran público, pero que deja numerosas satisfacciones. La primera, la anunciada, San Mamés. Ese estadio vetusto que habla, respira, sufre, decide. Es capaz de generar magia, la misma que nos hace amar este deporte. Se siente, se palpa desde que traspasas sus puertas. Huele a fútbol. Todo lo que lo rodea.

Es de obligado cumplimiento pasear por Bilbao, ciudad a la que han lavado la cara, y pinchar en Licenciado Poza. Comprobar que el Athletic no es un club de fútbol. Envidia a ratos, zamarras vizcaínas por todos lados, con naturalidad, como si ir a un partido fuera un acto cotidiano, como comer con tus abuelos en domingo o visitar a la familia con los niños. Debe ser para esa gente un momento irrepetible e insustituible. Creo que, en parte, la afición del Athletic es lo más cercano al seguidor inglés, viven este juego de una forma muy semejante.

Luego llega la hora del partido. Aparece Gorka, ese portero que puso orden en una posición legendaria para ese estadio. Saluda, se abraza con un miembro de seguridad, es un tipo normal en el planeta fútbol. Aunque allí eso es habitual, llama la atención que los jugadores del Athletic aparezcan tras el choque a las puertas de su estadio. Deparan con la gente que les idolatra, comentan su visión del partido, se toman algo y se marchan a casa. Es una forma especial de vivir su profesión, ser conscientes de que su privilegio debe ser compartido.

Antes, saltan al campo, suena el estridente y misterioso Athleeeeeticccc. Ya van 1-0, porque un futbolista visitante debe quedar embriagado con tanto encanto flotando por ahí. Empujan, empujan y vuelven a empujar, su equipo es bravo, generoso en el esfuerzo, de los pocos que hace bueno quedarse con uno menos, por fe, por casta. Uno puede ser un fino estilista como Yeste, pero si te llamas Toquero puedes pasear tranquilo por el Bocho, porque su gente premia el corazón, aunque el destino no te dotara de talento. Así es San Mamés, o por lo menos así lo siento yo.

El Getafe empató, con lo suyo, menos corazón y más fútbol de toque, menos verticalidad y más reflexión. Pero fue valiente, porque su técnico lo es, Míchel se está reivindicando. No tuvo suerte, o no lo hizo bien antes, pero en Getafe convence. Al margen de que siendo un técnico tan mediático, con su hijo en el vestuario y con parte del club en su contra, no debe ser fácil, pero ahí tiene sus números y lo que es mejor, sus sensaciones. No sé si se meterá en Europa, pero sé que a mí me divierte, y eso, visto lo visto, ya es mucho. Por cierto San Mamés, el año que viene, volvemos otra vez.

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